Capítulo 3 de NOVELA VOYEUR: Sesión oral




Un equipo variopinto –aún no convertidos– integrado por un etnomusicólogo erudito, una antropóloga experta en civilizaciones extintas y los cibercolegas dotados de software que superó con creces las últimas versiones del Pro-Tools, se exprimen las neuronas tratando de decodificar las partituras. Irina argumenta que el problema es el enfoque, sugiriendo febrilmente nuevas perspectivas opuestas, paralelas, simultáneas, oblicuas, puntos de fuga que se desvanecen ante sus ojos.

Entender a cabalidad el microcosmos zoak implica establecer líneas de pensamiento inusuales para nosotros, que nos ayuden en la objetivación de su tránsito histórico. Consideremos, por ejemplo, la inexistencia de organización política y la ausencia de toda referencia a “fuentes”, precursores u orígenes. No hay génesis ni exégesis. No se plantean utopías ni contrapartes. Héroes ni hazañas. No encontramos registros de nacimientos o muertes. No conocemos ni uno sólo de sus nombres, cifras o signos con los que se nominaban, si es que se molestaban en responder a señas de identidad específicas. No se tatuaban, perforaban ni mutilaban. No se maquillaban ni se incomodaban con joyas. Cero orfebrería, pues. Prescinden de lo prescindible.

Viven, aparentemente, en un presente perfecto. Entonces Ximena inquiere por qué desaparecieron

––Pero ¿desaparecieron?, ¿se ocultaron?, ¿no quieren ser encontrados?

––Coño, dejaron huellas y no creo que haya sido una mera omisión o torpeza.

––Oye, y aparte del último e-mail donde te amenazan, ¿cómo es que decían?, con desconectarte eternamente, ¿no han dado más señales de vida?

––No, aparentemente.

––¿No te inquieta?

––No, aparentemente, aunque siempre oteo por encima de mis hombros, giro sobre mi propio eje, me asomo al espejo retrovisor de mi automóvil, no manejo información delicada por teléfono fijo ni móvil, activo las alarmas de mi casa y oficina.

––¿Y si nos han infiltrado?

––¿Para exterminarnos a los 16 pendejos que somos?

––Respete, neozoak, a los de su propia casta.

––Ahí estás pelando, porque no existe tal vaina.

––Descastado.

––Desde siempre, descastado, destetado, desorientado y desvestido, presto a  gozar de tu anillito esfinteriano.

––A ustedes el códice les entro por los ojos y se les desparramó por el oído.

––O por algún esfínter.

––¡Rico!

––Los zoaks no renunciaron al humor.

––Claro, si no lo conocían.

––O por lo menos no bajo ese nombre.

––Gozaban una bola sin tener que reírse de nada ni de nadie, ni siquiera de ellos mismos.

––Para qué reírte si estás seguro de tener sexo noche a noche.

––Yo me carcajearía como una hiena.

––En ninguna parte del códice mencionan el suicidio, ni la angustia, ni la eutanasia.

––La muerte era una finitud y punto. Te morías y chao contigo sin llevarte flores al bosque, porque formabas parte del bosque y punto.

––Lo que hacían era celebrar la vida.

––Desproblematizaban todo o no conflictuaban.

––Y no había nada sagrado, salvo el orgasmo, aunque sin reverencias.

––Era la zoak gozadera.

––Y por qué no, pues, no se rían, acaso esa gozadera, dicho de forma tan simple, no es lo que nosotros andamos buscando.

––Gozadera, libertad, disfrute, bienestar, salud, desestresarnos y, al mismo tiempo, una vida más simple y confortable, zen, menos es más, small is beautifull y all you need is love, fuck, whatever.

––Uy, pero si al bachiller le sirvió el cursillo de inglés dictado en el Beatles yinstitut for miúsical tiching very fast and very very cheap, shit japens, ¿no?

––Vivir a nuestro modo, inspirados por esta filosofía que compartimos, pero a mi manera, como cantaba Sinatra, al modo mío que también es el tuyo, vaya qué feliz coincidencia. Hace apenas, ¿cuánto, un año?, la mayoría de nosotros no nos conocíamos, ni sabíamos que existíamos y resulta que teníamos ideas comunes. Héctor inicia todo este rollo de los zoaks indagando en la red y enciende este peo divino. Se suma Irina, Ximena, Antón, etcétera y miren hoy el cogeculo que tenemos. Es rico y estimulante a nivel intelectual.

––Y lo más importante, Patricia, es que estamos demostrándonos, a nosotros mismos, que es realizable, posible. Lo estamos haciendo. Acercándonos a lo que intuíamos delicioso, utópico, delirante. Lo pensábamos y no lo expresábamos en voz alta. No nos atrevíamos a decírselo a nadie.

––Bueno, sí, de repente, se lo comentábamos a nuestra pareja en la cama. Y accedía o se negaba, pero de ahí no pasaba. Y un buen día, navegando en internet, gracias a un link que me palpita, llego a tu página web.

––Nuestra página web, webona.

––La tuya, webón. Y curioseo y me orino de placer y me cago de miedo y te contacto y mi historia, a grosso modo, es la misma de ustedes.

––Y si estamos infiltrados.

––Deja la paranoia, con tu ropa doblada allá afuera.

––Ya va, fíjate, la neura de Rubén puede sernos útil si se transforma en un estado sereno de alerta.

––Se te salió la psicoterapeuta.

––¿Y cuál es el problema?

––Ninguno, además, esta vaina de discutir desnudos es difícil.

––Sí, marico, porque no sabes si mirarme la cara o las tetas.

––Dejen las ofensas sexuales.

––César ejerce de zoak a tiempo completo.

––Siempre pasa que el acólito más nuevo es el más fanático defensor de sus creencias, deslumbrado como está  por ellas.

––Ya va, que yo quiero responderle a Rubén antes de que pregunte de nuevo. Mira, si resulta ser que los zoaks primigenios y redivivos nos tienen infiltrados, pues me imagino que o nos exterminan a todos en medio de una orgía con el glande envenenado...

––¡Muerte tan dulce, cofrade!

––¡Puta!

––...o nos exterminan a todos en medio de una orgía con el glande envenenado o nos supervisan de cerca para que no nos desviemos del códice y sus enseñanzas, aunque esos carajos no hacían proselitismo, a diferencia de todas las malditas religioncitas modernas.

––Eso implica creer que los zoaks son bondadosos.

––¿Por qué no creerlo? Nada nos indica lo contrario.

––Como no se relacionaban con otros pueblos.

––Tampoco exterminaban a otros pueblos, ni intentaban hipotecarlos mediante el comercio y la usura.

––Bravo, ñángara.

––Reitero que esto de conversar desnudos no va conmigo.

––¿Y qué harías en una playa nudista?

––Estar así, erecto, y sin un desenlace feliz a la vista, además de coger una insolación del carajo.

––¿Ya te diste cuenta que tu pene parado se desvía hacia la derecha?

––Una erección nunca oculta las tendencias de su propietario.

––Bueno, podríamos reconsiderar esta regla y no hablo de ideologías.

––En el códice no decían nada del nudismo. Practicaban, sí, un culto al cuerpo, pero esto de estar en pelotas durante nuestras sesiones no nos lleva a ninguna parte, salvo la contemplación de nuestras pieles.

––Por cierto, Fedra, te prefería con el coño poblado.

––¿Te fijaste? Créeme que yo también, querido, sobretodo por los cañones que se van descamuflajeando y me pican cuando aprieto las piernas. Lo que pasa es que quería un cambio, pero ya pronto te complazco y, además, yo no soy la única, sino mira a Héctor, velludo como un oso, y se depila las bolas...

––Para que me las chupes mejor, Caperucita podada.

––Líbrame, bobo feroz, mamar bolas me parece insustancial, prefiero atragantarme con un buen tallo fálico, mientras ordeño los testículos.

––La próxima semana, nuevos y apasionantes casos eróticos, aquí en mis preferencias sexuales.

––Como que nos salimos de registro.

––Para nada. Aquí no hay exclusiones temáticas.

––Sí, pero no sería malo aprovechar el poco tiempo del que disponemos.

––De acuerdo. Recapitulemos. Estas sesiones me remiten al bachillerato.

––¿Alguien puede bajar un poco la intensidad del aire acondicionado?

––¿Para qué?, me encanta tu piel de gallina y tus pezones erizados.

––Devóramelos, a ver si se me calientan.

––¿Recapitulamos?

––Primero bajen el aire.

––¿Y el cafecito?

––Candelaria, ¿ya estás colando?

––Candelaria está sodomizando a tu madre.

––No estoy seguro de que lo aprecie. Además, ¿a cuenta de qué te engorilas? ¿no te acuerdas de la cuña?

––Típico que te va a decir que ella era muy joven o no había nacido.

––Cuando transmitían esa cuña, Ximena ya se estaba masturbando.

––Lo dirás en broma, me hacía unas pajas divinas desde que estaba en el mismitico vientre materno.

––¿Y te corrías?

––Hasta la puta madre que me parió se corría cuando yo me corría y cuando no me corría también. Mi madre corrió cuando nací y sospecho que todavía no ha dejado de hacerlo.

––Ay, Ximenita, pero nada como el conejo.

––Hablando de progenitoras, así le dicen al chocho en la madre patria.

––No, Antón, gallego arrepentido...

––Murciano, mi apreciada Irina.

––Los murcianos llegaron ya y llegaron bailando cha-cha-chá.

––Verga, Héctor, si estas carajitas repiten el coro, con bailaíta y todo, el quesúo de Ruben va a terminar salpicándonos y acuérdate que el semen no debe desperdiciarse.

––Sí, la leche es un recurso natural no renovable, hidrocarburo blanco.

––De pana, Rubén, se te volvió a parar.

––Madre erección, Rubencito, voy a mojar el sofá.

––Aquí nadie puede seguir una conversa con coherencia...

––Cogerencia.

––¿Que te dije?

––Tú lo quieres es que te cogerencie el tigre, cogerencie el tigre, cogerencie el tigre...

––Parecen que en vez de haber tomado café, estuviesen rascados, en un bar de ficheras, metiéndole monedas a una rocola.

––Síndrome de abstinencia.

––¿Abstinencia de qué?

––En orden cronológico: alcohol, nicotina, sexo.

––Deberíamos ponernos a tirar y dejar la habladera de paja para otro día.

––Ritual de la gozadera.

––Bravo, César, te estás relajando, asere, a lo mejor y hasta se te para el huevo.

––Escatológica.

––No jodas, Violeta, ven acá y dime algo, cosita rica, tú cuando estás enquesadísima al lado de tu macho, con las tetas paradas y la cuchara hedionda de deseo, ¿le dices a tu pareja que te penetre o que directamente te meta el huevo y te dé duro y te vuelva mierda, ah?

––Qué buena sesión de sexo oral y a nadie se lo están mamando.

––Ganas no te faltan.

––Para que sepas, me sobran. Me pondría ahora mismo de rodillas y se lo chuparía simultáneamente a Rubén y a César.

––¿Mientras te lo meto, perra trifálica?

––César, ¿ya se te paró? ¡todavía!

––¡Qué tipo tan duro!

––Disciplinado. Yo sólo me erecto cuando lo decido.

––Tú, Cesáreo, te erectas cuando yo quiera.

––Se destapó la Patricia, otra virguita que está cogiendo cuerpo, volumen, textura.

––Sí, Enzo, a mi me desvirgaron aquí, pero acuérdate que no fuiste tú, sino Fedra, con su doblextremo ceremonial que el cerdo de Antón no se cansó de lamer después.

––Hematófago, Patricia, ilústrate, una de mis perversiones es la hematofagia y, déjame aclararte que, más que penetrarte, preferiría que te sentaras en mi cara para hacerte terminar con mi especialidad de la casa, a saber, el beso negro.

––¿Enema previo?

––Allí radica, únicamente, la incomodidad de mi oferta, aunque conozco gente que también disfruta el lavatorio de dulcita agua tibia aderezada con florcitas de caléndula.

––César, ¿nada?

––Hermano, todo es cuestión de autocontrol y disciplina. Te apuesto lo que quieras a que yo me erecto cuando quiera y eyaculo en el momento oportuna para complacer a mi hembra.

––Me parece muy bien, mister reprimido, pero hágame la merced de corregir el léxico y no volver a pronunciar “mi” hembra, sino “la” o, mejor aún, César, “nosotras”, “ellas”.
––¿Y por qué no “nosotros”, “ellos”?

––Es una posibilidad no negada, pero acuérdate, Fernando, que el códice no pontifica al respecto, pero recomienda dosificar las penetraciones anales a intervalos anuales, aunque privilegia, es cierto, las felaciones con su respectivo trasego seminal sin desperdiciar ni una gota.

––Vicente, poeta, con tu verborrea refinada de picapleitos haces que todo luzca elegante.

––Mámaselo, pues, Zoe.

––Nacho, si no fuera por la forma tan portentosa en que culeas, ya te hubiéramos botado. Eres tan soez que no mereces ser un zoak.

––Apreciada Zoe, dos puntos, me dirijo a usted, afectuosamente, en ocasión de recordarle una sutileza lingüística y es que nuestros buenos amigos los zoaks no ensuciaban su lenguaje con la más minima carga escatológica; o sea, my sister in fuck, que ellos desconocían las groserías y por lo tanto ninguna palabra o fonema implicaba insulto, descalificación o vulgaridad. Simplemente eso no era posible. El lenguaje, como ente vivo y cambiante, especie involutiva, me temo, se ha ido recargando con nuestros prejuicios, propios y heredados, a lo largo de su accidentado tránsito cronológico. Incluso la gestualidad inicial se ha venido desvirtuando, junto con el lenguaje del cuerpo.
––Yo lo que veo es que aquí todos tenemos un queso divino y unas ganas de protagonizar un todo contra todos.

––Como aquella canción de Sentimiento Muerto; descargar, descargar, descargar es lo que quiero hacer.

––Fíjate que éxito tuvieron que ya no existen.

––El éxito masivo y el virtuosismo raramente coinciden.

––Urgencia de penetración.

––De penetración, de penetracción, de tracción del pene entre pliegues de piel mojada, caliente y oscura, ofreciendo hipócrita resistencia.

––Ves, Vicente, que eres un poeta.

––Vicente, compañero, no peles ese boche, cógete a esta caraja y quiébrale el culo.

––Ay, no, mI culito es muy estrecho y eso duele.

––Prueba con el lubricante ese de zábila que inventaron los zoaks y te vas a enganchar con que te den por culo.

––Hostia, Antón, te salió del alma.
––Entre nosotros no hay lugar para la pena, ni para el arrepentimiento, ni para la vergüenza. Me estoy plagiando el hexagrama no sé cuántos del I Ching.

––Ahora y aquí solo hay lugar para el pene de Héctor y la polla de Antón, y el madre-huevo de Rubén y...

––Mija, Violeta, ya te entendimos.

––Corta nota.

––No, Fernando, déjala seguir, si la Violetica habla poco.

––Pero cómo coge la coñomadre, saltando de huevo en huevo, clavándoseles y poniéndolos a dormir, cual mosca tse-tse que quiere contagiarrnos sus bostezos.

––Pero tú de qué vas en nuestros rituales, ¿de mirón?

––De voyeur que se excita viendo a los demás.

––Y si lo hacemos al revés, ¿ah?, ahoritica mismo. Aquí, sobre la mesa de conferencias, ven, cógeme, pues, mientras los otros te ven. Dale, vente, ¿qué esperas? ¿Qué te pasa, no te gusta mi vagina? ¡Mírala! ¡Que la mires, coño, te estoy diciendo! ¿Así de abierta está bien para ti? ¡Métemelo Antón que ya estoy lubricada! ¿O prefieres que me embadurne con la crema de zábila esa? ¡Ah, coño, y mientras tu me coges, Fernando o Rubén o Géminis te sodomiza con el doblextremo! Mientras te vemos y podemos tomarte fotos o grabarte en video. Después lo ponemos en la web con tu e-mail para que te contacten. ¡Pero bueno dime algo! Abre la boca y no para mamarte nada. ¿Sabes qué? Te voy a avisar cuando tenga la menstruación para que me chupes y así me ahorro las toallas sanitarias. ¡Pajúo, me sacan la piedra los habladores de huevonadas y lo peor de todo es encontrármelos aquí adentro, justo donde pensaba, precisamente, librarme de ellos!